viernes, 10 de mayo de 2013

El precedente panameño

Esta semana Panamá está viviendo un hecho insólito que parece sacado de una película de ciencia ficción: el Gobierno ha tenido que suspender las clases escolares en todo el país y reducir el horario laboral de los empleados públicos para ahorrar energía. Además, el Ejecutivo también ordenó apagar los sistemas de aire acondicionado entre las 11 de la mañana y las tres de la tarde en las oficinas públicas, centros comerciales y demás establecimientos para evitar un desabastecimiento eléctrico.
Estas medidas excepcionales se mantendrán de manera indefinida a la espera de que lleguen las primeras lluvias de esta época del año, que es la que acumula la mayoría de los chubascos. Pero el agua no llega y las centrales hidroeléctricas no pueden generar energía. 

Aunque parezca imposible encontrar una solución que no sea restringir el consumo, el nuevo modelo energético centrado en el autoconsumo es el que ofrece alternativas en tiempo real a este tipo de problemas.
Y es que este modelo procura que cada núcleo familiar y cada empresa produzca la energía que consume e incluso devuelva a la red la energía sobrante, con lo que se consigue un sistema más sostenible y que es capaz de responder casi de inmediato a posibles fallos en el suministro. Además, al basarse sobre todo en fuentes de energía renovable, la dependencia de los recursos no renovables como petróleo o agua es menor y evita que sucedan situaciones extremas como la que vive estos días Panamá. 

También conviene tener en cuenta que Panamá es un país que no se caracteriza precisamente por su clima árido y su escasez de recursos hídricos, lo cual el hecho de que ahora afronte esta crisis energética es un precedente alarmante para aquellos países y zonas del planeta que sí sufren a diario la ausencia de lluvias o de agua.

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